Transitando lentamente por el estrecho paso entre las escaleras oxidadas de ese
rascacielos y los despojos, observé una muñeca de tela bastante usada y repleta de un polvo abundante.
–
Me acerqué a ella como un curioso contempla ese accidente repentino en medio de la avenida, o como un fotógrafo permanece impaciente para captar esa instantánea de la puesta de sol perfecta. En ese preciso instante, sentí una débil alusión que iba incrementándose paulatinamente.
–
Estoy notando como mis piernas flotan dentro de la cristalina mar salada, y como la suave brisa de la playa desplaza mi tabla en avenencia con las olas de la costa. Siento el sol como caldea mi sensible piel, y observo la tranquilidad del momento, el ímpetu del tiempo.
–
De pronto, una súbita y escondida ola submarina me vuelca y hace que me consuma completamente.
Y así, me fuí a Atlantis.
Descúbrelo.